Dicha grande es la del hombre
Dicha grande es la del
hombre, cuyas sendas rectas son;
No anda con los pecadores, en actuar de perversión.
A los malos consejeros deja, porque teme el mal;
Huye de la burladora gente impía sin moral.
No anda con los pecadores, en actuar de perversión.
A los malos consejeros deja, porque teme el mal;
Huye de la burladora gente impía sin moral.
Antes, en la ley divina
cifra su mayor placer,
Meditando día y noche en su divinal saber.
Éste, como el árbol verde, bien regado y en sazón,
Frutos abundantes rinde y hojas que perennes son.
Meditando día y noche en su divinal saber.
Éste, como el árbol verde, bien regado y en sazón,
Frutos abundantes rinde y hojas que perennes son.
Él prospera en lo que
emprende y le sale todo bien;
Mas funestos resultados los impíos siempre ven.
Porque Dios la senda mira por la cual los suyos van!
Otra es la de los impíos: al infierno bajarán.
Mas funestos resultados los impíos siempre ven.
Porque Dios la senda mira por la cual los suyos van!
Otra es la de los impíos: al infierno bajarán.
Oh Dios bueno danos la
gracia de andar en rectitud;
que en tu santa Ley anhelemos caminar en santidad.
Porque tú eres Dios Santo y Puro, y un camino de santidad,
has trazado para tu pueblo, quien un día a ti te verá
que en tu santa Ley anhelemos caminar en santidad.
Porque tú eres Dios Santo y Puro, y un camino de santidad,
has trazado para tu pueblo, quien un día a ti te verá
Música: BEECHER, Johan
Zundel, 1870
Letra: T. M. Westrup,
primeras tres estrofas
Julio C. Benítez, última
estrofa
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