Himno: Confiando
Estoy
Letra:
1. Se oculta el sol; la noche cerca está
Y el día que se fue no volverá jamás;
Y yo seguro dormiré, sabiendo que mi Dios me
velará también.
CORO: Confiado estoy en mi Señor; libra mi
alma de temor;
Le obedecí; me rescató y con sus alas me
cubrió.
Confiado estoy en mi Señor; Él es mi guía y
pastor;
Sé que mi vida cuidará y que hasta el fin me
guardará.
2. Igual que hoy más días pasarán, y algunos
que,
Tal vez, el sol no lucirá. Sé bien que Dios
conmigo está,
Y aquel que espera en él, en paz descansará.
3. Pensando estoy que triste debe ser vivir
sin su calor, vivir sin entender
Que al fin la vida acabará y verás que andar
sin Dios es sólo vanidad.
Autor Letra: Jordi Roig, 1976
Comentarios: Este precioso himno nos recuerda
la verdad expresada por el salmista cuando de manera confiada dijo: “En paz me acostaré, y así mismo dormiré;
porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Sal. 4:8). A la misma
vez, la primera y la segunda línea de la primera estrofa expresan la realidad
de la transitoriedad de nuestra vida, los días pasan, fugases, y no volverán
jamás. Cada día que pasa nos conduce a la tarde gris de nuestro ocaso, tal y
como lo dijo Moisés “Porque mil años
delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las
vigilias de la noche. Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira;
acabamos nuestro años como un pensamiento” (Sal. 90:4, 9). Esta
indefectible realidad debe conducirnos a exclamar: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón
sabiduría” (Sal. 90:12).
El
coro de este himno toma las promesas del Salmo 91, en el cual se anuncia al que
confía en Dios que habitará bajo su abrigo, y así como los polluelos duermen
tranquilos bajo las alas de su madre: “Con
sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro” (v. 4).
La
segunda estrofa se anticipa a los días grises, a los momentos de dolor y
tiempos de aflicción por los cuales pasaremos, pero aún en medio de la más lóbrega
tristeza tendremos la confianza de decir. “¿Por
qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque
aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Sal. 42:5).
Pero
la confianza del creyente no sólo se encuentra en la protección del mal, sino
que se fundamenta en la labor pastoral del buen pastor, quien nos guiará, no
sólo en cada día y noche de nuestra vida, sino hasta el final, hasta el momento
de nuestra muerte, tal y como canta David: “Jehová
es mi pastor; nada me faltará… me guiará por sendas de justicia, por amor de su
nombre” (Sal. 23:1, 3).
La
última frase de la segunda estrofa se apropia de la promesa contenida en Isaías
26:3 “Tu guardarás en completa paz a
aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”.
Finalmente,
la tercera estrofa hace eco de toda la enseñanza del libro de Eclesiastés, en
el cual se insiste que la vida sin el conocimiento de Dios y sin Su temor no es
más que vanidad. Más el creyente, el que está unido a Cristo, ha encontrado el
verdadero sentido de la vida, y puede disfrutar abundantemente del amor de Dios.
Hermosa explicación de este himno tan precioso, gracias.
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