sábado, 28 de marzo de 2015

Himno Confiando Estoy. No. 367 Celebremos Su Gloria

Himno: Confiando Estoy


Letra:
1. Se oculta el sol; la noche cerca está 
Y el día que se fue no volverá jamás;
Y yo seguro dormiré, sabiendo que mi Dios me velará también.

CORO: Confiado estoy en mi Señor; libra mi alma de temor;
Le obedecí; me rescató y con sus alas me cubrió.
Confiado estoy en mi Señor; Él es mi guía y pastor;
Sé que mi vida cuidará y que hasta el fin me guardará.

2. Igual que hoy más días pasarán, y algunos que, 
Tal vez, el sol no lucirá. Sé bien que Dios conmigo está, 
Y aquel que espera en él, en paz descansará.

3. Pensando estoy que triste debe ser vivir sin su calor, vivir sin entender
Que al fin la vida acabará y verás que andar sin Dios es sólo vanidad.

Autor Letra: Jordi Roig, 1976
Comentarios: Este precioso himno nos recuerda la verdad expresada por el salmista cuando de manera confiada dijo: “En paz me acostaré, y así mismo dormiré; porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Sal. 4:8). A la misma vez, la primera y la segunda línea de la primera estrofa expresan la realidad de la transitoriedad de nuestra vida, los días pasan, fugases, y no volverán jamás. Cada día que pasa nos conduce a la tarde gris de nuestro ocaso, tal y como lo dijo Moisés “Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche. Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestro años como un pensamiento” (Sal. 90:4, 9). Esta indefectible realidad debe conducirnos a exclamar: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal. 90:12).
El coro de este himno toma las promesas del Salmo 91, en el cual se anuncia al que confía en Dios que habitará bajo su abrigo, y así como los polluelos duermen tranquilos bajo las alas de su madre: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro” (v. 4).
La segunda estrofa se anticipa a los días grises, a los momentos de dolor y tiempos de aflicción por los cuales pasaremos, pero aún en medio de la más lóbrega tristeza tendremos la confianza de decir. “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Sal. 42:5).
Pero la confianza del creyente no sólo se encuentra en la protección del mal, sino que se fundamenta en la labor pastoral del buen pastor, quien nos guiará, no sólo en cada día y noche de nuestra vida, sino hasta el final, hasta el momento de nuestra muerte, tal y como canta David: “Jehová es mi pastor; nada me faltará… me guiará por sendas de justicia, por amor de su nombre” (Sal. 23:1, 3).
La última frase de la segunda estrofa se apropia de la promesa contenida en Isaías 26:3 “Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”.

Finalmente, la tercera estrofa hace eco de toda la enseñanza del libro de Eclesiastés, en el cual se insiste que la vida sin el conocimiento de Dios y sin Su temor no es más que vanidad. Más el creyente, el que está unido a Cristo, ha encontrado el verdadero sentido de la vida, y puede disfrutar abundantemente del amor de Dios.

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