martes, 31 de marzo de 2015

Cordero que bajaste del cielo Himno

Himno: Cordero que bajaste  del cielo. No. 232 Celebremos
Letra:
Cordero, que bajaste del cielo a morir en la cruz
Para darme la luz y tu gran salvación, vertiste sangre inmaculada
Con la cual mi maldad, al morir en la cruz, la borraste, Jesús.

CORO: Hoy yo te alabo, Señor, con todo mi corazón,
Cordero, porque eres mi Dios y mi buen Salvador que moriste por mí.

Tú eres el que diste a mi vida esa paz sin igual,
Que en el mundo falaz, no la pude encontrar.
Por eso mi alma alegre te canta, disfrutando el amor
Que en la cruz de dolor me extendiste, Jesús.


Autor Letra: Es desconocido. Este precioso himno empezó a entonarse en toda Latinoamérica en el siglo XX, pero no se sabe quién es su autor.
Comentarios: “Cordero que bajaste del cielo”. Es una expresión claramente tomada de la solemne declaración de Juan el Bautista, quien dijo de Cristo: “He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Cristo mismo dijo: “nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo” (Juan 3:13).
“Para darme la luz y tu gran salvación”. Zacarías, el padre de Juan el Bautista, profetizó diciendo que Jesús, el Cordero de Dios, vendría del cielo para “dar luz a los que habitan en tinieblas” (Lucas 1:79). Y también Jesús dijo de sí mismo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Isaías, profetizando de los tiempos en los cuales se manifestaría el Mesías, el Cordero de Dios, dijo que la salvación se manifestaría a Su pueblo: “Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación.” (Is. 33:6). La experiencia de Zaqueo es la misma de todos aquellos que profesan sincera fe en Cristo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa” (Lc. 19:9).
“Vertiste sangre inmaculada, Con la cual mi maldad, al morir en la cruz, la borraste, Jesús”. La sangre de Cristo es inmaculada porque él nació sin pecado, puro y santo: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Heb. 4:15). Solo por medio del derramamiento de la sangre inmaculada de Cristo hay perdón de pecados, pues, la Biblia dice “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Heb. 9:22), y Cristo mismo dijo: “Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mt. 26:28).

“Hoy yo te alabo, Señor, con todo mi corazón”. Típica expresión de la alabanza que el salmista, los santos y el mismo Cristo dieron al Padre en las Sagradas Escrituras: “Siete veces al día te alabo” (Sal. 119:164); “A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo” (Dn. 2:23); “Jesús, dijo: Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Mt. 11:25); “Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón” (Sal. 9:1).
“Cordero, porque eres mi Dios y mi buen Salvador que moriste por mí”. Jesús, el Cordero que redime del pecado, también debe ser alabado y reconocido como Dios, así como lo hicieron los apóstoles: “Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío” (Juan 20:28).
“Tú eres el que diste a mi vida esa paz sin igual, Que en el mundo falaz, no la pude encontrar”. Indudablemente esta es la gran promesa que Cristo hizo a los suyos: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).

“Por eso mi alma alegre te canta, disfrutando el amor Que en la cruz de dolor me extendiste, Jesús”. La alegría del alma al cantar la alabanza de la gracia de nuestro Dios es algo característico en las expresiones de los autores sagrados: “Mi corazón se regocija en Jehová, mi poder se exalta en Jehová” (1 Samuel 2:1); “Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan a Jehová” (1 Cr. 16:10); “Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma” (Sal. 16:9); “Entonces mi alma se alegrará en Jehová” (Sal. 35:9). La cruz es el lugar del dolor para Cristo, pero también el lugar de la manifestación más grande del amor de Dios: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13); “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8).

1 comentario:

  1. Hermano JOSE C BENITEZ, quiero agradecerle por tan valiosa página, la adoración a DIOS, es la expresión reconocimiento de la Majestad de nuestro CREADOR, es sublime expresar Santificado amado GRAN YO SOY sea tu nombre en todo el Universo. Bendiciones hasta que sobreabunden por tan magnifica propuesta. Cordialmente, Hermano JESÚS HEMBERG DUARTE V.

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