miércoles, 16 de marzo de 2016

Alabado el gran manantial

Alabado el gran manantial



Alabado el gran manantial
 que de sangre Dios nos mostró.
Alabado el Rey que murió.
Su pasión nos libra del mal.
Lejos del redil de mi Dueño
 vime pecador perdido y vil.
El Cordero sangre vertió.
Me limpia solo este raudal.

Sé que solo así me emblanqueceré.
Lávame en tu sangre Jesús,
y nívea blancura tendré.

La punzante insignia llevó;
en la cruz dejó de vivir.
Grandes males quiso sufrir;
no en vano Cristo sufrió.
Al gran manantial conducido,
que de mi maldad ha sido fin,
«Lávame» le pude decir,
y nívea blancura me dio.

Sé que solo así me emblanqueceré.
Lávame en tu sangre Jesús,
y nívea blancura tendré.

Padre, de ti lejos vagué.
Extravióse mi corazón.
Como grana mis culpas son.
No con agua limpio seré.
A tu fuente magna hoy acudo.
Tu promesa creo, oh Jesús.
La eficaz virtud de tu don,
 la nívea blancura me dé.


Sé que solo así me emblanqueceré.
Lávame en tu sangre Jesús,
y nívea blancura tendré.

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