Himno: Cordero que
bajaste del cielo. No. 232 Celebremos
Letra:
Cordero, que bajaste del cielo a morir en la
cruz
Para darme la luz y tu gran salvación,
vertiste sangre inmaculada
Con la cual mi maldad, al morir en la cruz, la
borraste, Jesús.
CORO: Hoy yo te alabo, Señor, con todo mi
corazón,
Cordero, porque eres mi Dios y mi buen
Salvador que moriste por mí.
Tú eres el que diste a mi vida esa paz sin
igual,
Que en el mundo falaz, no la pude encontrar.
Por eso mi alma alegre te canta, disfrutando
el amor
Que en la cruz de dolor me extendiste, Jesús.
Autor Letra: Es desconocido. Este precioso
himno empezó a entonarse en toda Latinoamérica en el siglo XX, pero no se sabe
quién es su autor.
Comentarios: “Cordero que bajaste del cielo”.
Es una expresión claramente tomada de la solemne declaración de Juan el
Bautista, quien dijo de Cristo: “He aquí
el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Cristo mismo
dijo: “nadie subió al cielo, sino el que
descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo” (Juan 3:13).
“Para
darme la luz y tu gran salvación”. Zacarías, el padre de Juan el Bautista,
profetizó diciendo que Jesús, el Cordero de Dios, vendría del cielo para “dar luz a los que habitan en tinieblas”
(Lucas 1:79). Y también Jesús dijo de sí mismo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino
que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Isaías, profetizando de los
tiempos en los cuales se manifestaría el Mesías, el Cordero de Dios, dijo que
la salvación se manifestaría a Su pueblo: “Y
reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación.”
(Is. 33:6). La experiencia de Zaqueo es la misma de todos aquellos que profesan
sincera fe en Cristo: “Hoy ha venido la
salvación a esta casa” (Lc. 19:9).
“Vertiste sangre inmaculada, Con la cual mi
maldad, al morir en la cruz, la borraste, Jesús”. La sangre de Cristo es
inmaculada porque él nació sin pecado, puro y santo: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de
nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado” (Heb. 4:15). Solo por medio del derramamiento de la sangre
inmaculada de Cristo hay perdón de pecados, pues, la Biblia dice “sin derramamiento de sangre no se hace
remisión” (Heb. 9:22), y Cristo mismo dijo: “Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada
para remisión de los pecados” (Mt. 26:28).
“Hoy yo te alabo, Señor, con todo mi corazón”.
Típica expresión de la alabanza que el salmista, los santos y el mismo Cristo
dieron al Padre en las Sagradas Escrituras: “Siete veces al día te alabo” (Sal. 119:164); “A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo” (Dn. 2:23);
“Jesús, dijo: Te alabo Padre, Señor del
cielo y de la tierra” (Mt. 11:25); “Te
alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón” (Sal. 9:1).
“Cordero, porque eres mi Dios y mi buen
Salvador que moriste por mí”. Jesús, el Cordero que redime del pecado, también
debe ser alabado y reconocido como Dios, así como lo hicieron los apóstoles: “Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor
mío, y Dios mío” (Juan 20:28).
“Tú eres el que diste a mi vida esa paz sin
igual, Que en el mundo falaz, no la pude encontrar”. Indudablemente esta es la
gran promesa que Cristo hizo a los suyos: “La
paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe
vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
Hermano JOSE C BENITEZ, quiero agradecerle por tan valiosa página, la adoración a DIOS, es la expresión reconocimiento de la Majestad de nuestro CREADOR, es sublime expresar Santificado amado GRAN YO SOY sea tu nombre en todo el Universo. Bendiciones hasta que sobreabunden por tan magnifica propuesta. Cordialmente, Hermano JESÚS HEMBERG DUARTE V.
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